(Pecu 06.08)
Lo que me llamó la atención desde el inicio de la peli fue el manejo de la luz: una iluminación baja que daba a todas las escenas una imagen desgastada, oxidada, la intención del director fue reflejar los últimos días del comunismo en Rumania: una existencia con limitaciones impuestas, monótona y triste, este ambiente es bien complementado con la ausencia de banda sonora.
En esta situación viven Otilia y Gabita, dos estudiantes universitarias que comparten el departamento en la residencia estudiantil. Gabita está embarazada y decide que quiere abortar, su compañera se propone ayudarla y este empeño la va mostrando como la verdadera protagonista de la historia; pues es ella quien consigue el dinero, el lugar, contacta y va al encuentro con el hombre que realizará la intervención; es la que sufre, corre riesgos, se confronta con sus propios temores y hasta es vívtima de chantaje sexual.
Un film que muestra la violencia cotidiana sobre las mujeres y como, el no reconocimiento de un derecho, da pie a la violación de otros derechos.
Nada moralista, permite reflexionar sobre el derecho a decidir y a la soberanía del cuerpo, a pesar de la impactante imagen del feto abortado que seguramente para mucha gente es suficiente razón para una apurada persignación seguida de juicio y condena.
Aquí cabe una acertada frase leída en un artículo esta mañana: “porqué someter la opción de vida al capricho de un espermatozoide?” …